Una vez, cuando tenía como 20 años, fui a la facultad. Hacía como dos años que iba a la facultad. Primero cursé en Drago y después en Ciudad y después en Paseo Colón y ahí la conocí. Estaba linda. Un culo chiquito, eso me gusta. Los culos chiquitos. Flaquita medio dientona pero muy divertida. Eso me gusta. Las divertidas. Y tenía huevos. Porque en las clases siempre discutía. Hasta que empecé a discutir yo también. No solo para que me viera. Además quería decirle que estaba equivocada. Entonces, éramos los hinchapelotas que dividían las aguas. Creo que era sociología. O sociedad y estado. Pero seguro estaba equivocada. Muy cebada con lo que leía no entendía nada de lo que se hablaba en clase; citaba nomás. Ojo (siempre respetuosamente), nos mandábamos a la mierda en el bar antes de entrar. Eramos 6 que nos sentábamos con un café y las medialunas rellenas de jamón y queso de rigor. Ella y yo entre los 6.
Un día volvemos a la misma hora. Ella cursaba diez mil materias pero ese día no. Encima estaba filtradísima. Y en la parada del colectivo le pregunto para dónde iba. Me dijo que para Flores. Yo le dije que también.
Mentira. Yo iba para Lugano. Pero con tal de seguirla un rato... a ver qué pasa. Bajamos en Flores de un 86 con más olor a huevo que a pata. Entonces, no quedé tan baboso porque éramos varios ojeándola. Pero se dio cuenta.
Siempre se dan cuenta.
A la media hora de caminar y reírnos me preguntó ¿y vos para donde vas? Yo dije para allá sin mirar a ningún lado y, obvio, se dio cuenta, otra vez.
Y yo me di cuenta de que se dio cuenta porque se sonrojó, sutilmente. Como que hinchó el pecho además.
Después de eso, no tardó mucho en invitarme a estudiar a su casa.
Ambos ya habíamos estudiado en la casa de otro compañerx así que tampoco fue muy difícil de adivinar qué hacemos.
Hace ocho años de esto.
Hoy me llegó mail con asunto, mi segundo hijo.
Y para qué te voy a mentir... me agarró un escalofrío desde la nuca que...
Todavía no le contesté. ¿Qué pongo?
Un día volvemos a la misma hora. Ella cursaba diez mil materias pero ese día no. Encima estaba filtradísima. Y en la parada del colectivo le pregunto para dónde iba. Me dijo que para Flores. Yo le dije que también.
Mentira. Yo iba para Lugano. Pero con tal de seguirla un rato... a ver qué pasa. Bajamos en Flores de un 86 con más olor a huevo que a pata. Entonces, no quedé tan baboso porque éramos varios ojeándola. Pero se dio cuenta.
Siempre se dan cuenta.
A la media hora de caminar y reírnos me preguntó ¿y vos para donde vas? Yo dije para allá sin mirar a ningún lado y, obvio, se dio cuenta, otra vez.
Y yo me di cuenta de que se dio cuenta porque se sonrojó, sutilmente. Como que hinchó el pecho además.
Después de eso, no tardó mucho en invitarme a estudiar a su casa.
Ambos ya habíamos estudiado en la casa de otro compañerx así que tampoco fue muy difícil de adivinar qué hacemos.
Hace ocho años de esto.
Hoy me llegó mail con asunto, mi segundo hijo.
Y para qué te voy a mentir... me agarró un escalofrío desde la nuca que...
Todavía no le contesté. ¿Qué pongo?
4 comentarios:
Dos opciones: "Siempre fuiste muy mala con las citas" (demasiado rebuscado e intelectual).
O.
"No puede ser. Tenías huevos".
O: "espero que con éste no me quieras sacar guita también"
O: "como te ibas a recibir si te la pasabas garchando"
O: "que lindo che"
Ud. verá.
Un já
para los dos.
No, no, algo más melodramádico al pedo, de tipo:
"ESE HIJO TENDRÍA QUE HABER SIDO MIO"
Y nada más.
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