miércoles, junio 27, 2007

Que en paz descanse


Me acuerdo que una vez me tocó ser fiscal de mesa. Bah, siempre "me tocaba ser fiscal de mesa" porque mi viejo, un radical puntero y referente, me pedía que lo ayudara en "eso" para las elecciones en las que trabajara. No era una opción decir que no aunque iba gustoso a formar parte de ese evento cívico tan extraño que es abrir una urna y romper los sobres para contar los votos.
También me acuerdo que era invierno y hacía muchísimo frío. Tenía ganas de cagar a trompadas a ese tipito que tengo en la cabeza y me obligaba a la sumisión cuando mi viejo ponía el grito en el cielo.
Entre los recuerdos casi borrosos de la elección (no tengo en la cabeza qué se eligió en aquella ocasión), aparece un hombre grande. Muy grande. Más de 80 años. Mi mesa, masculina, venía ganando en cantidad de votantes.
Uno de los juegos que aprendí desde que voy a sentarme como fiscal o Presidente de mesa en alguna elección es el de contar la cantidad de votantes y apostar un asado a que en mi mesa tendremos un padrón tachado en su totalidad, a que en nuestra mesa vendrá la mayor cantidad de gente (lograr un 40% del listado que te toca es muchísimo sea cual sea la elección en cuestión). Para fomentar el juego me acerco a otras mesas o, cuando no hay nadie, hablamos a los gritos y nos desafiamos los unos a los otros explicando cómo nos gusta disfrutar del asado.
Por cada voto en la urna hacemos una mueca de triunfo o levantamos el puño cerrado con énfasis a escondidas del ciudadano para no generar sospechas o extrañas teorías conspirativas.
Repito, mi mesa venía ganando, no solo por la cantidad de votantes sino por su calidad: una persona mayor a los 70 años (exenta de emitir sufragio) vale por dos. Y, en ese sentido, los punteros políticos pueden dar vuelta una apuesta con su trabajo; pasan a buscar en taxis o remises a viejitos que sacan de geriátricos o clubes de jubilados para que emitan sufragio por su candidato. ¿Se dieron cuenta que las unidades básicas o comités tienen relación estrecha o están cerca de algún club de jubilados? Eso si no lo financian ellos mismos.
Lo cierto es que apareció este viejito que parecía un cuatrero nadador de 80 pirulos con un poncho y un traje italiano (eso me lo comentaron) que se llamaba Socolinsky. Sí, era el padre de su hijo; el conocido pediatra. Socolinsky padre había sido traído por Socolinsky hijo desde quién sabe qué paraíso geronte para emitir el sufragio a favor de los radicales (empezaba la decadencia roja) por lo que se notaba cierto disgusto en su gestualidad y manera de caminar (y no me refiero a su bastón, exactamente). A mí me tocó agarrar su libreta de enrolamiento en excelente estado e indicarle con un "por allí" la puerta del cuarto oscuro. Lo que nos dejó, por unos 78 segundos, en compañía de Socolinsky hijo.

El diálogo no fue la gran cosa, lo mismo de siempre. Lo fue su ternura. Lo fue su generosidad. Lo fue su sonrisa absolutamente artificial pero que para mí salió de la pantalla de canal 7 para mostrarse a escasos centímetros de mi silla fría. Esa calidez. No tenía ninguna obligación de charlar o estrechar las manos de cada uno de los que estaba en la mes: siete fiscales y Presidente y Vicepresidente de mesa; pero él lo hizo. Antes de entrar al cuarto oscuro, a su turno, Socolinsky hijo había escuchado los nombres de pila de cada uno de los ciudadanos en cumplimiento de su deber, según dijo y sonreído a otros que se acercaban para felicitarlo. Quién sabe por qué. En mi caso, el famoso que tuve más cerca hasta ese momento.

En compañía de Socolinsky padre la cosa no estuvo tan buena. Resoplaba como toro malo y su bastón golpeaba el suelo con insistencia 7 segundos después que su hijo había desaparecido en el cuarto oscuro. Cuando salió cruzaron miradas y, rápido de reflejos, Socolinsky hijo soltó un "ya vamos, papá, no seas impaciente que tu hijo está orgulloso de vos" en ese tono monocorde y suave que alguna vez había escuchado cuando se refería al insoportable olor a caca que una buena madre debía soportar si quería controlar la salud de su hijo, hija.

Saludó a todos nuevamente, tomó su documento y despacio pero con una sonrisa de mármol, falsa o involuntaria, Socolinsky hijo arrastró a Socolinsky padre hasta la puerta y desaparecieron de mi vida.

Mucho tiempo después, un miércoles 27 de junio de 2007, revisando blogs que me gustan y que no, doy con la noticia de que Socolinsky hijo falleció en Jujuy por una insuficiencia cardíaca luego de haber entrado por una neumonía que lo tenía a mal traer. Y se me puso, durante un segundo, la piel de gallina. Yo lo único que espero es que, donde quiera que esté, siga sonriendo con cara de buenazo para que alguna que otra madre no desespere tanto al momento de revisar la cacona de su hijo para controlar su estado de salud.


Ah, después del escrutinio aquella vez, nos juntamos las tres mesas de la apuesta y comparamos nuestros padrones. La mía ganó por 3 votos. Estoy seguro que si el toro malo, cuatrero y nadador se hubiera enterado que valía por dos, lo hubiéramos tenido en el asado, puteando a alguien (¡seguro!) pero comiendo un rico asado que hicimos en el comité de mi viejo.
No volví a ver a ninguno de esos apostadores cívicos.

8 comentarios:

Unknown dijo...

ay funes, que tierno que sos!
me encató tu texto.
además de las internas de las mesas!!
el doc. ahora está en el cielo de los doctores vestido de celeste =)

JB dijo...

Hola Funes. Como anda, eh! Visitio seguido sus blogs, mais nunca le dejo comentario, este es a pedido suyo.
El costo al que hace mención vale la pena! Esta bien!!! ja. El relato me retrotrajo a las elecciones en mi pueblo natal, el frío de la escuela, acompañando a mi madre (radical tambien en aquella época, no es que quiera hacerme la joven, pero bue...)

Lo mejor, la competencia por el azado!! Y la sonrisa cacona de sokolinsky qpd.
Saludos y nos estamos viendo

Anónimo dijo...

Tantas palabras para contar semejante pelotudez?

Unknown dijo...

Willowcita: gracias. Dicen que era medio tramposo el viejo pero igual se merece el celeste de "cielo".

liet: qué hacés, tanto tiempo. No pasaste más. No posteaste más! ¿De qué pueblo natal hablás? ¿El Litoral?
¿Qué parte? ¿Cómo anda su amigo Juan? ¿Van a venir el 11 de julio a Los Mudos? ¿Tantas preguntas, son necesarias?

oscar: No avives giles que vivo de esto, querido. ¿Viste que grosso que por una pelotudez salgan tantas palabras? ¿Y que después yo me sienta bien contento para mostrarlo y que otros opinen? Aunque te parezca una pelotudez.

Abrazos.

Nicolás Mavrakis dijo...

A mí me contaron una versión menos romántica del falso pediatra. Está en mi blog.

Unknown dijo...

¿Una versión de esa tarde de domingo, en mi mesa, Mavrakis?

¡No ves que sos un grosso!
¡La tenés atada!

¡Atada a la pierna!

Unknown dijo...

tendré que
leerla

no?

Lunita dijo...

che... qué texto raro... Eso. Sabía que requería atención y lo dejé pal fin de semana.
raro...
se sienten algunos cambios... chiquitos, no se crea.
:)